Informa: Patricia Rodríguez
Foto: www.desdelabarrera.es
Le dijeron que no. Un diagnóstico
que truncaba su carrera, con o sin toro de por medio. Dos simples letras que,
inofensivas por separado, podían cambiar una vida o el modo de vivirla. “No ni
ná” debió pensar Eduardo Pérez Bayarri “Edu”, que ayer volvió al recorrido
taurino de Sant Joan, de Puçol, después de años apartado por una lesión.
Hubo que esperar al último toro
de la tarde para dar fe de su recuperación no pronosticada. De un ejemplo de
superación al que él restará importancia por humildad. A los últimos minutos,
incluso, de la exhibición del Gerardo Ortega. En la arena, lo llamó Edu de lejos. Y allí mismo,
en esas calles que no pisaba como ‘rodaor’ activo desde 2013, se produjo un
milagro fruto del tesón. Del que ya había dejado constancia en otros recintos
taurinos en las últimas semanas. Un quiebro con torería al que siguió la
ovación de su pueblo. Sobraban las palabras para saber que aquello era un:
¡Enhorabuena, torero!
Tampoco renunciaron a la “baixà
de caixons” los miembros de la Comissió del 7 de Setembre, encargados de la
organización de los festejos taurinos de San Juan. Y a las cinco de la tarde
los cajones con los 3 astados reseñados para la ocasión emprendieron un camino
al que guía la tradición popular. Aunque algunos pretendan cortar el paso.
Otro “no” al que también hacen
caso omiso los aficionados. Entre ellos, los que ayer se dieron cita en Puçol para
presenciar la salida del toro que abrió tarde, un Manuel Beltrán al que recibieron
al alimón Carlos Alonso y “Nelet”. A “Relojero” no le regalaron tiempo y fue
dirigido a corrales en poco más de 10 minutos. Tomó las calles y, de vuelta al
punto de partida, tuvo arrancadas sin un objetivo fijo y sin emplearse a los
cites. Lo más destacado a cuerpo limpio lo hizo Sergiete, que se cruzó de
brazos para pasárselo por los riñones.
La actividad volvió a la zona de
cajones, en la que aguardaba el ejemplar de Montes de Oca. A “Cacerolo” (N46-G2)
lo embarcó dos veces Sergio “Sarri” con la chaqueta, saliendo suelto de
cada encuentro. Antes de las 18.30 horas ya estaba el de Gerardo Ortega, que
cerraba cartel, en el recorrido. Y eso que un problema con el candado retrasó
su salida.
Se le vio con prisa a “Rompedor”,
consciente, quién sabe, de que con él se iba a registrar el momento más
preciado de la tarde. Salió fugaz y sin la divisa, por cierto, que se quedó en
el habitáculo. Marcado con el número 69 y el guarismo 2, respondió a los
rodadores sin acabar de romper, apretando en alguna rodada.
Tres toros lidiados en 45 minutos que se prolongaron con
la suelta de ganado de El Saliner. Y, sin embargo, un único segundo para
recibir una lección de vida. La de llevarle la contraria al no diga quien lo diga. La del que quiere, puede.
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